La carrera conocida como el Océano de Fuego, que se celebró todos los
años durante siglos, era una prueba de supervivencia de 3.000 millas por
el desierto de Arabia y constituía un reto que sólo los mejores
caballos árabes podían superar, la raza más pura y noble, propiedad de
las poderosas dinastías reales. En 1890, un rico jeque invitó a un
americano y a su caballo a participar por primera vez en la carrera.
Frank T. Hopkins era un cowboy y un jinete de expediciones perteneciente
al cuerpo de Caballería de Estados Unidos declarado el mejor jinete de
la historia del Oeste. El jeque quiso poner a prueba sus pretensiones,
enfrentando al jinete americano y su caballo, Hidalgo, contra los
mejores caballos árabes y los mejores jinetes beduinos algunos de los
cuales recibieron órdenes de impedir que el extranjero consiguiese
terminar la carrera. Para Frank, en el Océano de Fuego no sólo estaba en
juego su orgullo y su honor, sino también su supervivencia ya que tanto
él como su caballo intentaban hacer realidad una hazaña imposible…